EL
MUNDO
7 junio
2016
Laura Tardón
Parece el reclamo de un spot publicitario: Las grasas saludables
no engordan. Sin embargo, y muy lejos de serlo, esta tajante afirmación es la
conclusión derivada de los nuevos resultados que desprende el estudio Predimed (prevención con dieta mediterránea), uno de los
mayores trabajos clínicos que se ha realizado sobre nutrición a nivel mundial.
Fue este macroestudio con
sello español (desarrollado por varios grupos de investigación del Centro de
Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición-CIBERobn-) el que descubrió que la dieta mediterránea,
acompañada de aceite de oliva virgen extra o frutos secos, reduce la incidencia
de problemas graves cardiovasculares-como los ictus o los infartos- en un 30%.
Así lo señalaba en un artículo publicado en 2013 en la prestigiosa revista The New England
Journal of Medicine.
"Su efecto es muy
potente, similar al de los fármacos y sin efectos secundarios", apunta a
EL MUNDO Ramón Estruch, principal autor del trabajo.
No obstante, nos quedaba una duda. "Hasta el momento, el primer consejo
para las personas con sobrepeso y obesidad era reducir el consumo de grasas.
Llevamos 40 años recomendando dietas bajas en grasa". Dado que la dieta
mediterránea incluye grasas saludables como las presentes en el aceite de oliva
virgen y frutos secos, faltaba por comprobar qué repercusiones tenía esta
ingesta en el peso del individuo.
La investigación se centró
en el seguimiento de un total de 7.447 participantes de distintas regiones de
España durante una media de cinco años. El 90% de ellos tenía sobrepeso u
obesidad. Fueron divididos al azar en tres grupos. A cada uno de ellos se les
recomendaba una disciplina alimentaria: dieta convencional recomendada para la
prevención cardiovascular baja en todo tipo de grasas, dieta mediterránea
suplementada con cinco cucharadas de aceite de oliva virgen (50 ml/día) y dieta
mediterránea con frutos secos (30 gr/día de
avellanas, nueces y almendras).
Después de los cinco años
de seguimiento, los participantes con dieta mediterránea con aceite de oliva
fueron los que mayor reducción de peso registraron (0,88 kg.),
por delante de los que seguían la dieta baja en grasas (0,60 kg.) y del grupo
de frutos secos (0,40 kg.). "Estos últimos sufrían un menor incremento del
perímetro abdominal que aquellos que controlaban todas las grasas",
argumenta Estruch.
En definitiva, "uno
puede hacer dieta mediterránea con aceite de oliva y frutos secos sin tener
miedo a engordar". Este miedo era generalizado. "Se tenía la idea de
que a mayor consumo de grasas, más contenido energético, más calorías y más
riesgo de engordar; pero este estudio demuestra que no todas las grasas son
iguales", concluye el investigador, de la Universidad de Barcelona.
"Incluso tomando más calorías se pierde más peso".
Como ilustra Emilio Ros,
coautor y coordinador de la intervención nutricional en el estudio, "hay
numerosas evidencias de estudios epidemiológicos y clínicos sobre el hecho de
que el consumo de frutos secos en general, y las nueces en particular, podría
ayudar a perder peso si se añaden a dietas hipocalóricas en pacientes con
sobrepeso y obesidad".
Una de las razones que
podría explicarlo es el efecto de saciedad que se produce al consumir frutos
secos, con lo que se comen porciones menores de otros alimentos en las
siguientes comidas. Los expertos también apuntan a una menor biodisponibilidad
de la energía (grasas) de los frutos secos, "por estar la grasa contenida
en membranas celulares de digestión parcial en el intestino humano",
comenta Ros. Una tercera explicación podría ser la mayor oxidación de las
grasas insaturadas de estos alimentos para producir energía más que para
almacenarla".
En resumen, los resultados
de esta investigación demuestran que no hay que tener miedo a engordar al
consumir aceite de oliva y frutos secos, dentro de una dieta mediterránea, con
unas cantidades y unas pautas adecuadas. Por ejemplo, "conviene que el
aceite sea mejor crudo y que los frutos secos se consuman en la comida, por la
interacción con otros alimentos en los intestinos y por las sinergias que
produce la acción de la fibra en la digestión de los alimentos", señala Estruch, quien opina que "en España estamos perdiendo
la dieta mediterránea, aunque creemos que comemos bien. Es importante
recuperarla".